Ecocert, Cosmos, Cosmebio, Organic Soil Association, Natrue… Existen multitud de sellos de certificación ecológica que garantizan que un producto, sea alimentario o cosmético, ha pasado por un control y cumple ciertos estándares para ser considerado, no solo natural, sino también ecológico. Por supuesto, no todos son iguales y unos son más exigentes que otros; de ahí que en el mercado podamos encontrar productos que son solamente naturales y sus ingredientes no proceden de la agricultura ecológica pero están certificados, y productos que cumplen las dos premisas y contiene un porcentaje que puede ser más o menos elevado de materias orgánicas. En función de lo alto que sea, el producto merecerá obtener un sello u otro, menos o más exigente en este aspecto. Reconocemos que esto es algo difícil, ¿os imagináis el coste de un producto 100% bio? Por eso, es raro encontrar en el mercado de la cosmética natural productos de estas características, aunque cuando sucede, la experiencia de uso y los resultados son impresionantes.
INIKA Organic: el maquillaje natural certificado más exigente del mundo
Esto es lo que nos pasó a todo el equipo Adonia cuando probamos INIKA, la marca de maquillaje orgánico más pura conocida hasta el momento en todo el mundo. Una marca que puede presumir de ser 100% natural certificada y con un porcentaje de ingredientes bio en su composición que roza y supera en ocasiones el 70%. ¡Es muchísimo! El trabajo que hay detrás de un cosmético, en este caso maquillaje (todavía más arduo), no es poco: búsqueda de materias primas que cumplan las premisas del sello, formulación y fabricación en laboratorio y su posterior testeado, para, si no da los resultados esperados, repetir; distribución y venta… Y muchas más cosas que al consumidor final se nos escapan. La pureza de este maquillaje es única, ¡por lo que cualquiera de los típicos sellos se queda corto!
Por eso, INIKA tiene el sello Organic Food Chain (OFC), un certificado australiano que regula el etiquetado de entre otras mercancías, alimentos y cosméticos, como orgánicos y analiza y realiza un seguimiento de todo su proceso de producción y de su transformación en producto final si la hubiera.
Es un sello reconocido por el Departamento de Agricultura y Recursos del Agua de Australia que tiene actividad desde el año 1996 y cuyo origen es totalmente familiar. Sus directores son Keioth y Rhondda Morris, agricultores desde hace más de 40 años y productores orgánicos desde hace 35, en concreto de azúcar de caña, papaya, bananas y otras frutas tropicales y alguna que otra verdura como boniatos o calabaza. Siempre, bajo los principios de una agricultura orgánica y sostenible, en una época en la que este tipo de práctica no se conocía y estaba, incluso, mal vista por la falta de confianza de la sociedad. A medida que ellos mismos iban desarrollando buenas prácticas, conocimientos y experiencia, redactaban los estatus y normas de lo que en un futuro sería el OFC y regularía la producción biodinámica en Australia. Poco a poco, otros miembros de la familia con conocimientos en diferentes áreas (abogacía y leyes) para así tirar hacia delante el proyecto con la mayor seguridad posible. A día de hoy, es la hija de la pareja, Kari Martin, la que encabeza OFC, consolidado ya como el organismo regulador por excelencia de la agricultura y la producción orgánica en Australia.
Las regulaciones del OFC (Organic Food Chain)
El OFC regula y asegura, principalmente, que la agricultura y los procesos orgánicos se realicen con el menor impacto medioambiental posible y que el producto resultante cumpla con unos requisitos, entre ellos:
- Que no contiene organismo genéticamente modificados.
- Que no contiene aditivos sintéticos.
- Que no se han usado pesticidas, herbicidas o fungicidas químicos en su producción o en las de las materias primas que contiene, en el caso de un cosmético.
- Que no ha sido tratado con radiación iónica.
- Que no interfiere con el metabolismo natural de la flora y fauna del entorno, en el caso que nos importa, de la planta que se haya utilizado en la elaboración cosmética.
- Que no ha sido fabricado utilizando nanotecnologías.
- En el caso de la cosmética, que sus ingredientes son 100% naturales y que como mínimo el 70% procede de la agricultura orgánica y que cumplen con los anteriores requisitos.
La cosmética orgánica certificada con este sello cumple con todos estos requisitos en su formulación, fabricación y producción, por lo que está totalmente libre de:
- Siliconas.
- Petroquímicos, sustancias químicas o aceites minerales.
- Ingredientes de origen animal.
- Talco o Oxicloruro de Bismuto
- Parabenos (Butilparabeno, etilparabeno, metilparabeno, isobutilparabeno y propilparabeno.
- Aditivos nocivos
- Ingredientes modificados genéticamente
- Fragancias o colorantes de origen sintético
- Agentes quelantes procedentes del EDTA y sus sales.
- Gluten o lactosa.
- Procesos de sulfatación, etoxilación o propoxilación.
- Sulfatos alcalinos (Sodium lauryl sulphate, sodium coco sulphate, ammonium lauryl sulphate)
- Polietilenglicol.
- Polisorbatos
- Etanolamidas
- Filtros solares sintetizados químicamente.
- Conservantes potencialmente dañinos o perfumes.
En definitiva, el cosmético más puro que podríamos comprar, ya que cada uno de sus ingredientes está escogido bajo estas premisas. De ahí que INIKA tenga a todo el equipo y a todas las clientas que lo prueban y utilizan a diario totalmente enamorados. Lo mejor es el resultado que da en pieles sensibles, reactivas e incluso con alguna condición especial como dermatitis o rosácea, ya que la mejora considerablemente.
Esperamos que esta entrada os haya ayudado a comprender mejor lo que significa que un producto tenga un sello bio y que os haya despejado las dudas sobre el OFC, una certificación desconocida todavía ¡pero de las más exigentes en todo el mundo!